lunes, 22 de febrero de 2016

El castillo

El castillo


    por Enrique Espina Rawson / Fotos: cortesía Eduardo Gomes Moreira / Iuri Izrastzoff

    Hoy es la Embajada de Alemania, y sólo conserva de lo que fuera la quinta de Ernesto Tornquist, la arboleda original, los portones y la verja perimetral.
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    La entrada principal estaba -y sigue estando- en la esquina de Luís María Campos y Olleros, y el serpenteante camino adoquinado llevaba hasta la extraña residencia ubicada en la cima de la pequeña barranca, desde donde, en esos tiempos, se divisaban los juncales de la orilla y el río.


    La “Quinta de los Ombúes”, tal el nombre de la propiedad, nos llevaría a imaginar a alguna señorial pero sencilla casa criolla de aljibe y galería. Nada de eso. 

    El sobrecargado edificio- ya demolido- pretendía imitar un castillo por las almenas del techo y la torre, y la idea era interesante. Pero resultó ser, en la práctica, un castillo algo lúgubre, involuntario precursor de las siniestras moradas popularizadas en las películas de vampiros.

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    Tan es así que en décadas posteriores, en las que la residencia estuvo abandonada surgieron en torno de ella las inevitables historias de fantasmas y aparecidos sobre las que daba cuenta la prensa sensacionalista, para pavor de niños y sirvientas del barrio que evitaban pasar de noche por las oscuras veredas del castillo embrujado. 

    La incierta zona, en esos años, era el deslinde entre Palermo y Belgrano, y ya comenzaba a poblarse de mansiones similares. Esta no era, claro está, la residencia permanente de Ernesto Tornsquist y su familia, sino una especie de desahogo para el verano, y espléndido marco de elegantes fiestas y saraos.

    Un acontecimiento extraordinario se desarrolló en ella el 17 de octubre de 1908. De sus jardines despegó el “Pampero”. Era un inmenso globo inflado a gas (hubo que instalar cañerías y una usina de gas para el llenado) y sus tripulantes dos “hombres-pájaros” como se los denominaba admirativamente.

    Uno era Eduardo Newbery, hermano de Jorge y otro el sargento Romero, voluntario del Ejército. Una multitud acampó desde la madrugada en los jardines y en las inmediaciones para ver inflar el globo, y como lo que parecía ser una lona de circo tirada en el suelo iba tomando forma lentamente hasta convertirse en un inmenso globo al que las amarras sujetaban al suelo para que no se elevara.

    globo


    Entre gritos y ovaciones los intrépidos navegantes subieron a la barquilla y finalmente, luego de interminables saludos se soltaron los cabos. Flamearon los pañuelos y durante largo se los vio elevarse y elevarse y dirigirse rápidamente hacia el sur. Quizás demasiado rápidamente. Algunas poblaciones de la provincia reportaron su paso. Nunca se supo más de ellos.

    Algunos Comentarios

    • Originariamente la quinta  Tornquist llegaba  hasta lo que es hoy la avenida ALVAREZ THOMAS, y efectivamente desde alli partían los heroicos navegantes del aire. Otro dato interesante es que la avenida OLLEROS en esos años se denominaba Avenida de los Ombúes, que enmarcaban su trazado hasta terminar en los juncales de la costa. Aún hoy se pueden ver algunos ejemplares muy añosos cerca de la barrera, al cruzar Libertador. En la foto del castillo TORNQUIST que ilustra el muy buen articulo recibido se aprecian, en el lado superior derecho, las pequeñas almenas de lo que era el precioso  pabellón de caza, que resistió el abandono y el deterioro durante largo tiempo. Las historias mas fantásticas de fantasmas y misterio se tejieron durante su existencia.
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          Este edificio fue demolido creo que sin motivo alguno por los alemanes... no entiendo como ellos -tan protectores de su patrimonio nacional- destruyeron semejante palacio.
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              Se tienen que preservar edificios y  jardines históricos así. Habían cañones en las torretas no se siguen estando. También una población se plantas extrañas. 16 años desde 1947 viví en Olleros y 3 de febrero y de chico a la Salida de la Abadía de San Benito nos colábamos por las rejas a jugar y nos corría un casero con los perros. Buenas historias y lindos recuerdos. Gracias
              • Hola a todos

                Me encanto el articulo

                Me llamo Horacio Randle, y soy tartaranieto de Ernesto
                Tornquist.

                Hasta el dia de hoy guardamos en la familia, los
                mejores recuerdos, interesantes anécdotas y las más increíbles fotos de lo que entre
                sus descendientes la oímos nombrar como “la quinta de Belgrano”.

                Los limites primeros abarcaban bastante más de lo que hoy es la embajada de Alemania. La
                quinta, pues de frutales también se integraba, estaba delimitada por Olleros,
                Maure y Villanueva. Fue adquirida por Ernesto Tornquist para su mujer en el año
                1872.

                Desde su casa en Florida y Charcas, (enfrente a lo que después de 1909, seria su
                Plaza Hotel), salían todos los viernes al mediodía, los carruajes con los nietos (si, carruajes, no autos) que
                regresaban ese mismo día, ya que los fines de semana, los pasaban en otro amague
                de castillito que tenían en Tigre.

                Las fotos desde la Torre de la casa, muestran que cruzando lo que hoy es Luis Maria Campos, solo habian campos, que llegaban hasta el rio.
                A la muerte de la viuda de Tornquist (en 1928), lo que en un principio se había parcelado con intención de que cada uno de sus 13 hijos hiciera su
                propia vivienda, se vendió en conjunto, con excepción de la parcela donde hoy
                se levanta San Benito. La anécdota contada por los benedictinos es que,
                desembarcados en Buenos Aires, con solo una hogaza de pan como todo capital,
                salieron a recorrer las afueras de la capital para escoger, lo que la Providencia
                les procurase, porque plata, no tenían. Cuando llegaron al frente de la Quinta
                Los Ombues, en el bien alejado pueblo de Belgrano, confiaron en su fe y
                eligieron ese lugar, para que el buen Dios, se ocupara. A guiza de ayuda, “plantaron”
                medallitas de San Benito, en frente a los portones. Años después, fallecida la
                Señora Tornquist, el hijo sacerdote, Don Adolfo Tornquist, lo dono a los monjes
                benedictinos. Si non e vero, e ven
                trovatto.

                La parcela que actualmente ocupa la
                embajada, fue vendida por la familia Tornquist, a otra familia de banqueros,
                los Casullo quien luego a
                su vez, la vendieron a la familia Blaquier.

                Tengo entendido que se demolió la casa
                principal en la década del 70 y que en 1980 la adquirió la República Federal. El edificio actual se inauguró en 1983 y es
                obra del arquitecto
                Dieter Oesterlen.
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              • Enmiendo lo que dijo Leo. La familia Tornquist vende la quinta "Los Ombúes" circa 1930. La casa principal (no así, la lateral) fue demolida en la década del 70 (yo lo vi) Ergo, pasaron 50 años desde que fue vendida por los dueños originales y su demolición. Tengo entendido que no necesitaban circulante como para venderla por desguace. El Paredón perimetral sigue casi intacto. Si bien la quinta continuaba varias cuadras mas, (hasta quizás lo que hoy seria Cabildo) Villanueva cortaba en 2 la quinta, donde empezaban los frutales y donde se encontraba la famosa pileta con paredes de mas de 4 metros de alto para que nadie los viera en esos trajes de baño laaaargos. No obstante ello, la crónica de la época detalla que por primera vez en Bs. As. bañáronse en la misma pileta y al mismo tiempo, personas de ambos sexos (aunque fuesen hermanos) . Según las fotos que conservo, desde Luis María Campos, y hasta el río, era campo pelado, salvo alguna casita dispersa.
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                    Como dice Leo la embajada lo compro ya demolido.Ademas se conservaron los arboles ,sobre todo los ombues y hasta se transplantaron las enormes palmeras para preservarlas.
                      Ubicación
                      Luis Maria Campos, Olleros, Gorostiaga Villanueva Ciudad de Buenos Aires Argentina


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