jueves, 10 de octubre de 2013

“¿Réquiem para El Molino?”

“¿Réquiem para El Molino?”
16 años esperando una respuesta

El 23 de febrero de 1997 cerraba sus puertas uno de los espacios más significativos de la cultura urbana de Buenos Aires. Pasaron 16 años y la vieja Confitería del Molino sigue allí, olvidada, soportando el implacable y destructor transcurrir del tiempo. La tumultuosa vida de la ciudad le pasa por delante como si no la viera. Acostumbrados, quizás, a que la esquina de Rivadavia y Callao sea así: un tapial de carteles publicitarios, una ferretería que se oxida día a día y un edificio ennegrecido y arrumbado que se alza al cielo pidiendo que alguien se apiade de él. Sólo los turistas, porque aún figura en las guías, y algunos pocos y meticulosos flaneurs porteños extrañan su presencia.
El Molino acompañó, desde 1917, la vida intelectual, política y social de nuestro país. Alfredo Palacios, Lisandro de la Torre, Leopoldo Lugones, Carlos Gardel, Oliverio Girondo, Roberto Arlt y las jóvenes Niní Marshall, Libertad Lamarque y Eva Perón discurrieron por sus elegantes mesas y disfrutaron de sus manjares. 

El brillante proyecto del arquitecto Francisco Gianotti, con su esbelta cúpula y aguja de 65 metros de altura, su espectacular marquesina metálica, sus refinados vitraux italianos y su transgresor antiacademicismo art nouveau lo transforman en una verdadera joya de la arquitectura mundial. Hasta la Unesco se ha dado cuenta de ello. 
Desde 1997, año de su cierre, ha sido declarado monumento histórico nacional por ley del Congreso, área de protección histórica por el gobierno porteño, etcétera, etcétera... 
La normativa vigente restringe, en función del interés público, el dominio privado, para que el edificio no se altere. Como contrapartida a esta inhibición, no le otorga al propietario ningún estímulo económico relevante, pero sí le exige que lo mantenga en perfecto estado de conservación. Por supuesto, así no funciona. Los recursos que los Estados transfieren a los privados para alentarlos en el cuidado del patrimonio son cuantiosos en cualquier lugar serio del mundo. Aquí paradójicamente el propietario, en lugar de alegrarse por tener un bien de valor patrimonial, lo vive como una maldición. 
Las normas y especificaciones técnicas de preservación hacen que invertir en un edificio de estas características tenga costos bastante superiores a los que generaría un edificio convencional. Por lo tanto, conseguirle nuevos dueños se hace complicado, máxime en una zona como la del Congreso, que ha quedado relegada en su valor inmobiliario. Esto es aún peor respecto de este inmueble, en el que se superponen competencias nacionales, municipales, quiebras, sucesiones y cuantiosas deudas con un fisco que no contempla este tipo de casos. Una verdadera telaraña que, en la jerga de nuestra burocracia, termina con un lacónico "no se puede..."
Mientras tanto, el Molino sigue cerrado y derrumbándose poco a poco, ante la mirada impasible de todos. Los dueños, descendientes de aquel orgulloso y trabajador repostero, don Cayetano Brenna, ya no parecen preocuparse demasiado. Los funcionarios, si bien han promovido las protecciones que evitaron la demolición, no encuentran la forma de destrabar un conflicto entre el interés público y el privado que ya lleva años y que amenaza con tornar abstracta dicha protección ante la progresiva degradación del bien. Hasta se llego a discutir en 1998 un proyecto de expropiación en la Cámara de Diputados que todavía debe seguir dando vueltas por alguna comisión. ¿Será esta la única alternativa? ¿Cuánto tiempo más deberemos esperar para que los legisladores lleguen a un acuerdo y voten la expropiación definitiva? Ya van 16 años de deterioro y ausencia!!! 
Hoy sabemos que uno de los pilares de la sustentabilidad económica de nuestra ciudad será la industria del turismo. También sabemos que nuestros visitantes se deciden por Buenos Aires en función de su enorme atractivo cultural. André Malraux la definió como "la capital de un imperio que nunca existió". Por ello este tema esta íntimamente relacionado con nuestro trabajo, con nuestra capacidad de generar riqueza y actividad económica y con la memoria, la cultura y la calidad de vida de todos los argentinos. 
Convocatoria e intervención:
Creemos que sí se puede hacer algo y por eso convocamos a los ciudadanos de Buenos Aires a reunirnos este próximo martes 15 de Octubre a las 19.00 hs en la esquina de Callao y Rivadavia (El Molino) para que nos acompañen. Daremos una charla sobre el valor arquitectónico y patrimonial del edificio y repartiremos volantes sobre el tema. Sólo les pedimos que traigan una taza de te o pocillo de café y una cuchara, para hacerlas sonar y dar testimonio del vacio existente en esa emblemática esquina de nuestra ciudad. Después dejaremos colgadas nuestras tazas sobre la fachada metálica de la ex confitería como símbolo de la necesidad de una recuperación urgente.
La ACCIÓN requiere PARTICIPACÓN.


Cátedra de Introducción a la Arquitectura Contemporánea

Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU)

Universidad de Buenos Aires (UBA)

Profesor Titular: Arq. Martin Marcos








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