Cirugía para el puente de Rialto
Uno de los símbolos sobre el Gran Canal de Venecia será sometido a un proceso de restauración
MILENA FERNÁNDEZ para el País Cultural
Venecia es casi un milagro de la arquitectura que ha sobrevivido mil años fundada sobre palos y piedras, y reflejando sus maravillas en el agua. Una de sus joyas más famosas, el puente de Rialto, comienza a presentar achaques. En términos médicos, un paciente con un estado de salud no gravísimo, pero sí de mucho cuidado. Desde hace una semana, su estructura ha sido sometida a una serie de radiografías, sobre y bajo el agua. La preocupación por su estado de salud comenzó hace ahora un par de años. En el verano de 2011 se desplomaron cinco pequeñas columnas del barandal junto al Palacio de los Camerlighi, edificio renacentista sobre el Gran Canal. Desde el vaporetto son evidentes algunas fugas de agua de la lluvia que se filtran por las paredes. Una parte de la escalinata que se asoma a la Alhóndiga de los Alemanes (Fontego dei Tedeschi) aparece ligeramente inclinada hacia el agua. Por el suelo de piedra del inmortal puente, que pide a gritos ser cambiado, transitan alrededor de tres millones de turistas al año. Está claro: urge una cura.
Restaurado parcialmente a finales del siglo XIX y sometido en 1970 a una rehabilitación general de la parte superior, esta vez el puente de Rialto será curado con minuciosidad y tomando en cuenta la condición de una parte de los 600 pilotes de madera sobre los cuales se apoya, y que abrazan el Campo de San Bartolomeo y el Campo San Giacometto. “Queremos garantizar la vida del puente. No se trata de un mantenimiento superficial, es más bien un estudio profundo de sus condiciones estáticas. Intervenciones de este tipo son una especie de microcirugía”, comenta desde una vista privilegiada al puente de Rialto el ingeniero Roberto Benvenuti, coordinador del equipo que hasta 2016 realizará las obras, financiadas con una donación de cinco millones de euros del propietario de la marca de ropa Diesel, Renzo Rosso.
La radiografía del puente consiste en monitorizar las 24 horas del día y durante un año su estructura. Servirá para determinar un posible desplazamiento de sus extremos. “Su estructura es maciza y muy pesada. Podría haberse distanciado y, si es así, será necesario intervenir”, comenta Benvenuti.
La segunda fase consiste en extraer muestras de los cimientos para analizar el nivel de daño de las columnas de madera sobre las cuales se apoya el puente y determinar la fecha precisa de su instalación. Los primeros venecianos eran artesanos conscientes de la fragilidad del terreno de la laguna, formado de arcilla y arena. La antigua y compleja técnica de construcción consistía en hundir varios palos de hasta 10 centímetros de diámetro y una longitud variable entre 1,5 y 3,5 metros. Sobre ellos extendían una especie de colchón de madera, encima de este apoyaban piedras y por último se edificaba. El método ha permitido que Venecia no sea hoy una ciudad hundida como en una leyenda céltica.
Sin embargo, poco se sabe sobre el verdadero estado de los viejos troncos de roble, pino y aliso que mantienen en pie iglesias, museos, puentes, casas, palacios... El estudio, El sistema de los cimientos de madera de Venecia, realizado por químicos, ingenieros y arquitectos de la Universidad Ca Foscari de Venecia y el Insitituto para la valorización de la madera de Florencia, advierte de que aunque los palos han resistido mil años no significa que se mantengan intactos. Los especialistas constataron que el hundimiento de 60 centímetros del campanario de iglesia de los Frari era consecuencia de la debilidad de la estructura de madera, según ese estudio.
En Venecia exisiten 80 campanarios, pero siglos atrás eran 160. Las 80 torres desaparecidas se han desplomado. Esto sucede porque “las condiciones ambientales y las características del suelo de la laguna no son favorables para las construcciones históricas, en particular las torres, altas y con dimensiones estrechas, lo cual las hace más vulnerables”, se lee en el documento.
La vida económica de ayer y hoy de la vieja urbe pasa por el puente de Rialto. En El milagro de la Cruz, Vittore Carpaccio lo retrata en sus orígenes: era de madera y poseía dos rampas inclinadas unidas a una parte móvil central, que permitían el tráfico de las naves. En 1310 un incendio consumió una parte. La Serenísima República de Venecia construyó una obra majestuosa en piedra de Istria, inmune al fuego, pero no al paso del tiempo.
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