domingo, 27 de septiembre de 2020

Historia de dos hermanos.

por. Carlos Sánchez Saravia
parafraseando a Charles Dickens, en "Historia de dos ciudades" (título original, A Tale of Two Cities) historia semanal: que se edito del 30 de abril a 26 de noviembre de 1859, titule esta nota "Historia de dos hermanos", cuando la comencé a escribir, hace ya casi un mes, para publicarse en el blog dedicado a Patrimonio que desde hace poco tiempo, comienza a dirigir Alberto (Tito) Gastaldi, un viejo amigo y colaborador, de los tiempos en que editaba notas en la revista Habitat, de nuestro, también viejo amigo, Eduardo Leguisamon.

Hecha esta aclaración, comenzamos a contar Historia de dos hermanos.

Esta nueva historia no tiene principio ni fin, tampoco es cronológica, empieza tantas veces, como comencemos a contarla de nuevo y termina tantas veces como el medio para el que se escribe le marque su final. tampoco sigue un orden cronológico, saltaremos de un tiempo a otro, para poder comprender el porque estas dos parejas de hermanos se relaciona íntimamente, no dejando que la historia de uno se comprenda sin conocer su relación.

El lugar para donde comenzamos a contar "Dos hermanos", es el ex hotel Sofitel de la calle Arroyo 841, en donde hace aproximadamente 1 mes, comenzamos a idear junto a Luis Abregú, fotógrafo de profesión y amigo de trabajo y de la vida, una muestra virtual, que propusiera un evento ArqDiseño/ArchDesign N° 1 Hotel/Palacio Mihanovich, Arroyo 841
Un recorrido virtual, con tiempos y personajes reales y en tiempos reales, que comenzara en 1 semana y se prolongara durante 3 meses.

Los Mihanovich, Nicolás y Miguel Mihanovich

para e-ArquiNoticias N° 15
11 de abril de 2014
Llegados de la costa del mar Adriatico, de un pueblo de navegantes, Doli, cercano a la Ragusa, actual Duvroknik, 
Los hermanos Nicolás y Miguel Mihanovich, fueron los creadores de la flota mercante Argentina, formando sus familias en Argentina, pero sin olvidarse de sus orígenes desde donde partieron promediando el siglo XIX.
 
Allá por los finales del año 1927. dos hermanos que llegaron a la Argentina como inmigrantes y que lograron desarrollar dos exitosas e importantes empresas navieras, hablaban de sobremesa, con sus copas de brandy por delante. Recapitulaban sus trajinadas vidas, hechas a base de sacrificios y trabajo duro. Evidentemente, el esfuerzo había valido la pena. 
En un momento dado, Miguel (nacido el 6 de octubre de 1862), le dijo a su hermano mayor, Nicolás (nacido el 21 de enero de 1846): “ Ya sabes, Nicolás, que he constituido un legado para ayudar a la gente de nuestro pueblo natal y su comarca vecina. 
No ´podemos quejarnos de como nos ha ido. 
Aquí en la Argentina hemos creado y desarrollado nuestras empresas y hemos constituido nuestras familias. Lo único que no tenemos es la vida comprada. 
Por eso, a estas alturas, siento que tenemos una especie de deber moral de acordarnos de los nuestros, de aquella tierra entrañable que nos vio nacer y donde la vida sigue siendo tan dura como siempre” 















Nicolas Mihanovich, el mayor de cinco hermanos varones, nació en Doli el 21 de Enero de 1846. 
El hogar de los Mihanovich era de marinos, los cuales ocupaban al resto de la familia que quedaba en tierra cuando ellos sallan a navegar, en el cultivo de la tierra. 
Nicolás comienza a trabajar desde pequeño. Aprende a manejar diestramente los remos, sabe usar el timón y operar las velas. 
Luego de comenzar a navegar por mares y océanos llegó al puerto de Montevideo en 1867. 
Pero al toparse casualmente en Buenos Aires con un matrimonio italiano.
Nicolás daría comienzo a una sostenida carrera hacia la fortuna, el poderío y la consideración social.
En 1909 la  gran  empresa naviera se transforma en la Compañía de Navegación Nicolás Mihanovich. 

Miguel Mihanovich (1862), uno de los hermanos menores de Nicolás, fue traído a la Argentina por el en 1874. trabajó como comisario a bordo del vapor Toro, de su hermano Nicolás hasta 1884;que luego se asoció en Bahía Blanca con Felipe Caronti, creando la firma Caronti y Mihanovich, en 1886 Miguel le adquirió a Caronti su parte en la firma, la cual pasó a llamarse simplemente Miguel Mihanovich; en 1888 compró la mitad de la firma Derval Morena y se vino a Buenos Aires para organizar su oficina central, que hasta ese momento estaba en Bahía Blanca; En 1889 creó la compañía de navegación La Sud Atlántica, dedicada al tráfico entre Buenos Aires, Bahía Blanca y Patagones, que constituye la línea argentina más antigua de cabotajes fuera del estuario del Río de la Plata 



Dubrovnik o Ragusa es una ciudad costera localizada en la región de Dalmacia en la moderna Croacia. Capital del condado de Dubrovnik-Neretva. Dubrovnik es una ciudad rodeada de murallas y fortificaciones, al pie de la montaña de San Sergio, que cae a pico sobre las aguas del Mediterráneo. En 1979, la ciudad antigua de Ragusa (el recinto amurallado) fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco; Toda la economía de Ragusa se basaba en la navegación y el comercio marítimo, es decir, en los barcos. Navegar era tan importante que cada hombre debía plantar a lo largo de su vida cien cipreses. Después de cincuenta años, esa madera serviría para la construcción de barcos. Para ello, sumergían la madera en agua de mar y luego la ponían a secar. La sal tapaba los agujeros y la endurecía. Esta costumbre explica la abundancia de cipreses en las colinas que rodean la ciudad. En la época de su máximo esplendor (siglo XVI), la flota de Ragusa se componía de doscientos barcos. (cuando se formo la Sociedad Anónima Nicolás Mihanovich.contaba con mas de doscientas embarcaciones de todo tipo.


En el año 1980, Dubroknik, Croacia pertenecía a l a República de Yugoeslavia, gobernada por el Mariscal Josep Broz “Tito”.






En el verano europeo de 1980 con mi esposa Estela estábamos recorriendo, en auto, Europa, y en el recorrido, por la costa Dalmata, en la bajada hacia la península donde se encuentra Dubrovnik, en ese mes se realizaba el Festival de Música Clásica, le propuse a Estela que pararamos para ver la vista de la ciudad fortificada desde afuera, antes de entrar. 


Nos detuvimos en un hotel sobre la costa y al advertir que el nombre de el era Argentina, preguntamos a un mozo que hablaba algo de italiano, cual era el motivo del nombre y el nos respondió, que se debía a que el hotel fue donado a su pueblo por un emigrante que se había ido a la Argentina y que habiendo hecho fortuna allí, lo dono a su comunidad, muchos años después supe que ese hotel era parte de las donaciones que hicieron los hermanos Mihanovich a su pueblo de origen.


En el año 1980, Dubroknik, Croacia pertenecia a la República de Yugoeslavia, gobernada por el Mariscal Josep Broz “Tito”. Dubrovnik o Ragusa es una ciudad costera localizada en la región de Dalmacia en la moderna Croacia. 
Capital del condado de Dubrovnik-Neretva. Dubrovnik es una ciudad rodeada de murallas




Esta foto, se tomo, desde el ultimo piso del ex Palace hotel, hace unos años, a principios del siglo XX la vista era el río y a la llegada de los barcos que accedían al puerto de Buenos Aires. 

El ex Palace hotel ubicado en Presidente Perón entre 25 de Mayo y Alem, construido por el empresario naviero Nicolás Mihanovich con proyecto del arquitecto italiano Carlos Morra, en 1905, fue uno de los hoteles mas lujosos de la ciudad de principios del siglo XX. 
La crisis económica de 1929 quebró al Palace Hotel. 

En 1932, lo compró el Banco Hipotecario Nacional por 2.500.000 pesos moneda nacional, destinándolo para su sede central durante tres décadas. 

En 1966, un decreto del presidente Juan Carlos Onganía cedió el edificio a la Facultad de Filosofía, para centralizar sus institutos de investigaciones.
La tormenta del 28 de febrero de 1996 terminó con el mirador que estaba en la esquina de Leandro Alem. 
La guardia de auxilio municipal lo demolió porque podía derrumbarse, nunca se encaro su restauración, perdiéndose para siempre.










tarjeta publicitaria 1910


Academicista y de estilo francés, fue inaugurado en 1905 y distinguido con el Premio de Arquitectura de la Municipalidad de ese mismo año fue uno de los hoteles mas importantes de "la Buenos Aires del Centenario"
No solo la majestuosidad y solidez de su construcción, sino también su privilegiada ubicación en el centro administrativo de la ciudad y la excelente vista al rio en el viejo puerto hicieron que a principios del siglo XX este hotel fuera uno de los principales edificios de nuestra ciudad. Uno de los símbolos del pujante desarrollo de nuestro país en el Centenario. el Palace Hotel fue el lugar donde se alojaron numerosas delegaciones en los festejos (entre ellas el Príncipe de Gales y la Infanta Isabel) y era uno de los lugares preferidos por las familias ricas de la época.

Las dos puertas de entrada conservan sus elaborados tallados en su estructura de madera, la de la izquierda daba a las primeras oficinas de Mihanovich, luego fue el acceso al gran salón, mientras que la segunda que da a 25 de mayo era la entrada al lobby del hotel.

Uno de los símbolos del pujante desarrollo de la Argentina en el Centenario, el Palace Hotel, no solo fue el lugar donde se alojaron las numerosas delegaciones extranjeras que llegaban para los festejos del Centenario, también era uno de los lugares preferidos para las familias ricas de la época.
Lo quebró una de las tantas crisis de nuestro país (en el año que muere Nicolás Mihanovich) y en el año 1932 lo compra el Banco hipotecario Nacional, que lo uso durante casi 30 años, en 1966 se convierte en sede de los institutos de investigaciones de la facultad de Filosofía y Letras, que ocupa desde entonces.
Enclavado en el centro de Buenos Aires, a pocos metros del núcleo cívico-político mas importante de la ciudad y frente al Centro Cultural del Bicentenario, Néstor Kirchner, el Palace Hotel, que fue orgullo de los porteños y visitantes de la ciudad de principios del siglo XX, esta resistiendo al abandono y olvido, gracias a la fortaleza de su construccion y de los buenos materiales con que fue construido.



Uno de los dos grandes vitreaux que en la época que fue sede del Banco Hipotecario, reemplazaron a los originales ingleses.





Recuperado. Adaptación única de viviendas para hotel en América latina   En Arroyo 845 se inaugura el primer cinco estrellas de la cadena Accor

por Marta García Falcó

para La Nación
11 de Diciembre de 2002

Hacía varios años que la ex torre Mihanovich, de Arroyo 845, estaba en franco estado de deterioro cuando la familia Bencich -nombre de la constructora original del edificio- resolvió adquirirla. Transformado en el Sofitel Buenos Aires, el antiguo mirador del empresario naviero más famoso del país será inaugurado la semana próxima como el primer hotel de lujo de la cadena Accor en la Argentina. Se sumará así a las 160 propiedades notables que ofrecen el arte de vivir francés alrededor del mundo.

El estudio Daniel Fernández y Asociados, arquitectos, fue el encargado del proyecto y la supervisión de esta obra, que comenzó a multiplicar su efecto revitalizador sobre el entorno de la singular calle Arroyo.

El conjunto construido para Nicolás Mihanovich en 1929 estaba conformado por dos bloques bajos sobre la línea municipal a escala de la calle, con presencia visual en casi todo su recorrido, y una torre en la parte posterior, tras un patio de acceso descubierto, con una escala diferente y emplazada en la parte más alta de la barranca. Debe recordarse que entre Arroyo y Libertador existe una notable diferencia de nivel en las cotas. Este conjunto no sólo era un ejemplo de excelente arquitectura debido al estudio Calvo, Jacobs y Giménez, a medio camino entre la tradición académica local y la modernidad en ciernes, reflejada especialmente en el remate de la torre, de inspiración art déco; también fue un alarde estructural, con los primeros tabiques contra viento de hormigón armado construidos en la Ciudad, debido a su ubicación frente al río y su altura inusitada entonces (20 pisos y 80 metros), aunque había sido proyectado para alcanzar 20 metros más. Hoy, estos tabiques acusan sus 60 cm de espesor en los extremos de las circulaciones a las habitaciones.

“En los inicios de los análisis de factibilidad -resume el arquitecto Daniel Fernández-, los problemas más importantes eran cómo resolver la eliminación de las columnas existentes en los bloques delanteros tanto para permitir la incorporación de los salones del hotel, el restaurante y el bar y una mejor disposición de las habitaciones como para ubicar la cantidad de cocheras exigidas por las normativas del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires para este tipo de obra.”

Fernández destaca que ésta fue, en realidad, no una sino tres obras a la vez. La primera fue la puesta en valor de 6500 m2 de fachadas, para rescatar su aspecto original con la restauración de todos los ornamentos, algunos casi desaparecidos, y el reemplazo de las cubiertas originales de zinc -cumplida su vida útil- con el mismo material, típico de la arquitectura francesa. La segunda fue la adaptación del edificio existente, de departamentos, para hotel; y la tercera, que queda oculta, fue la obra estructural, que incluyó la excavación de subsuelos desde los -3 m existentes hasta los -10 m requeridos para la inclusión de las cocheras y servicios, con una extracción de 6000 m3 de tierra. Por sus características, ésta es hoy una obra única en América latina.

En la torre, con excepción de refuerzos en algunas zonas, la tarea consistió en la demolición completa del interior y sus instalaciones, la ejecución de las particiones de cada habitación, y la construcción de los pasadizos para la nueva batería de ascensores en el lugar ocupado por la escalera original, quedando el sitio de los primitivos para la batería de servicio.

Esta ubicación de los núcleos únicos de ascensores, tanto principales como de servicio, en la torre obligó a resolver la conexión entre ésta y los bloques bajos del frente, en cuyos pisos superiores también se situaron habitaciones.

La organización

Enmarcado bajo la marquesina unificadora, se abre el lobby del Sofitel con su acceso vehicular. En la planta baja, cuyo ex patio distribuidor del conjunto se ha transformado en el gran lobby con cubierta acristalada para permitir la visión del edificio con todo su trabajo de ornamentación, el destacado decorador francés Pierre Yves Rochon, responsable del interiorismo de la obra, colocó seis enormes ficus de 4 m de altura, que acompañan el camino hacia el front-desk. Sobre éste se destaca la recuperada ornamentación original, además de un reloj art nouveau con delgadas capas de oro y un cuadrante de 1,5 m de diámetro. A través de los pórticos laterales se ingresa en el hall de circulación vertical para acceso a las habitaciones. Un punto para destacar en la decoración del lobby es su enorme candelabro colgante, con 48 pantallas en forma de tulipanes realizadas en hierro y bronce, 4 m de diámetro y 600 kg.

El primer piso se destinó a los cuatro salones de reuniones y banquetes y el business center. Todos tienen vista al atrio vidriado y capacidad para 30 a 350 personas, con la posibilidad de utilizar el piso completo o cada sala por separado. La organización responde a la tendencia actual de contar con salas de escala más pequeña para reuniones de trabajo.

Finalmente, y a partir del segundo piso, se ubicaron las 144 habitaciones, que incluyen 28 suites y un appartement que toma la totalidad del piso 17º. Las habitaciones tienen distintas particularidades en función de su ubicación. Los dos niveles de crecimiento en altura sobre los bloques delanteros se resolvieron de modo diferente del resto, demostrando que son incorporaciones al original. Así, en el sexto piso el muro de fachada es despojado, sin ornamentación, y en el séptimo, la cubierta de zinc se transforma en fachada y desciende en el sector entre torre y laterales como revestimiento de la pared exterior, llega hasta el basamento de los puentes de vinculación entre la torre y los cuerpos laterales y le confiere el carácter de lo nuevo, en clara diferenciación de lo original. Las suites junior ocupan los niveles superiores de la torre, mientras que el remate -pisos 18° y 19°- fue el lugar elegido para las dos suites executive dúplex, únicas en el hotel.

Ficha técnica

Proyecto y supervisión de obra
Daniel Fernández y Asoc., arquitectos Asociados y colaboradores: Adriana Lizaso, Mariana Risoleo, Guillermo Petrocchi, Diego Silva, Oscar Hernández, Viviana Peola, Pablo Drago.
Gerenciamiento de proyecto y obra y dirección de obra:
CMS SA: arquitectos Juan Alberto González Morón, Allberto Nicosia, Pedro Lagleyze, M. J. Raimondi, G. Mulleady, J. Vidal, N. Codoni, M. Vilarin, G. Michelini, L. González Morón, S. Quintela, T. Maza
Proyecto estructural:
Del Carril, Fontán Balestra, ingenieros
Ejecución estructural:
Curutchet, Del Villar, ingenieros
Instalaciones:
GNBA, Edgardo Gaviño, Julio Nieto, Juan Beverati, Ricardo Ansaldo
Diseño de interiores:
Pierre Yves Rochon (París); equipo: Marc Sandoz
Desarrollo de proyecto de interiores:
Hampton, Rivoira, arquitectos; director de proyecto: arquitecto Francisco López Bustos
Ejecución de interiores y gerenciamiento:
arquitectos Gerardo Talgham y María Victoria Fischer
Proyecto de iluminación interior:
Ernesto Diz
Restauración y puesta en valor :
Estudio Day, Uriol Demarchi, Scagliotti
Conducción general (Accor Argentina):
Marc Brechignac, Eugenio Serrano

 



Revival neoclásico: obras que respetan el pasado. Renovación: entre Alvear y Arroyo, Buenos Aires señorial
Testimonios de una época más próspera, varios edificios de valor arquitectónico recuperan su antiguo esplendor

La Nación Arquitectura
11 de Febrero de 2004

Manos a la obra de Recoleta a Retiro, donde se trabaja intensamente en la recuperación de antiguos edificios. Desde el nacimiento de la avenida Alvear, en línea imaginaria esta sucesión de valiosas construcciones continúa en la breve pero señorial calle Arroyo, hasta desembocar en la subida de Juncal, recorriendo los bordes de plaza San Martín hasta Florida.

El camino está lleno de palacios edificados a comienzos del siglo pasado, que muestran el poderío económico de la época, que en los años 50 comenzó a decaer y acarreó el deterioro y la pérdida de edificios de alto valor patrimonial.

Pero las pérdidas fueron contadas y las construcciones más significativas pudieron rescatarse.

Algunas, en revival del neoclasicismo que las caracteriza, están siendo reacondicionadas en estos días.

El creciente movimiento turístico también ha tenido que ver en esta revalorización; por lo pronto, permitió rescatar hace ya unos cuántos años la residencia de la familia Alzaga Unzué para incorporarla a la cadena Park Hyatt, hoy Four Seasons. Mucho más reciente es la apertura del hotel Sofitel, en la calle Arroyo, en la construcción proyectada originalmente por los arquitectos Calvo, Jacobs y Giménez, y construida por la firma Bencich Hnos. Su recuperación para el hotel se realizó con proyecto del estudio Daniel Fernández y Asociados. Otro caso es el Park Hyatt, que se está levantando, en torre, por detrás del palacio Duhau, con proyecto de los arquitectos Iglesias-Peralta Ramos, y la puesta en valor del hotel Alvear, con recuperación de la fachada original, según proyecto del estudio Báez, Carena, Grementieri, y dirección del arquitecto Alejandro Otazu, gerente de obra del hotel.

Este proyecto insumirá un año, plazo en el que los andamios que rodean los exteriores estarán cubiertos por una gigantografía que reproducirá una foto de la fachada del hotel en sus comienzos, con un grado de realismo tal que vale la pena detenerse a observar esos 7500 metros de tela involucrados en la simulación.

Efecto irradiación

El arquitecto Daniel Fernández, a cargo de las remodelaciones del edificio Bencich, que caracteriza la esquina de Juncal y Esmeralda, explica que "en este proceso de cambio en la fisonomía urbana, el principal objetivo es preservar el patrimonio arquitectónico introduciendo cambios en su estructura y funcionalidad que permita adaptarlos a los requerimientos actuales".

Fernández agrega que ante una intervención arquitectónica adecuada, se produce un efecto de contagio o irradiación en las propiedades vecinas elevando el nivel general de presentación de una cuadra o sector.

Esto sucedió luego de la inauguración del hotel Sofitel, con la puesta en valor de la fachada del mítico edificio Estrugamou (en Juncal y Esmeralda) y del edificio Bencich (Fernández apunta que las obras están en la etapa final) para recuperar aspectos de la calidad original de las obras.

En el efecto contagio, el frente de la galería Palatina fue remozado por su dueña, que contrató al mismo equipo que había intervenido en la obra del Sofitel, una vez concluido.

Armonizar intereses

En las intervenciones urbanas de este tipo se deben congeniar múltiples intereses representados por las autoridades de Patrimonio de la Ciudad, el propietario del inmueble, el futuro usuario o gerenciador del nuevo destino, el estudio de arquitectura actuante, los asesores estructurales y los preservacionistas y la empresa constructora, incluyendo finalmente a los propios vecinos, por lo que debe conformarse un todo armónico para que la obra llegue a buen término.

En el caso del Sofitel, pocos saben, por ejemplo, que con el Código actual, ante una eventual demolición del edificio original, el permiso de construcción sólo alcanzaría para ejecutar 5000 m2; con la remodelación del edificio no sólo se preservó patrimonio urbano, sino que se hizo uso de los 14.700 m2 existentes. Asimismo, para dotar al edificio de cocheras, la construcción debió remover del subsuelo 6000 m3 de tosca, utilizando unos 700 camiones que se desplazaron por uno de los barrios más populosos de la ciudad sin afectar su vida diaria. Así, luego del ascético paso del movimiento moderno, en la segunda mitad del siglo XX, el tercer milenio parece reconciliarse con la arquitectura monumental y recargada de los edificios neoclásicos.

Alfredo Guidali

Vida social intensa y a la europea

Los edificios en obra, de fines de los años 20 hasta pasados los 30, proyectados por arquitectos como Ayerza, Brodsky, Bustillo, Bilbao la Vieja, Christophersen, Dormal, Huguier, Le Monnier, Morea, Pater y Saunze, fueron residencia de familias tradicionales; Anchorena, Alzaga Unzué, Atucha, Ortiz Basualdo, Paz, Pereda y Pereyra Iraola, entre otras. Entonces, la vida social era a la europea, con grandes recepciones y visitas especiales, como la del príncipe de Gales (luego, duque de Windsor) y el presidente norteamericano Franklin Roosevelt. Buenos Aires era la petite París de América.

Esos palacetes, con mobiliario y obras de arte traídos de Europa, con el tiempo fueron pasando de manos particulares a las de instituciones y representaciones diplomáticas. El de Unzué Casares se transformó en sede del Jockey, la residencia Pereda pasó a ser la embajada de Brasil, y el Palacio Ortiz Basualdo, la de Francia. La Nunciatura ocupó la residencia que le legó la marquesa pontificia Harilaos de Olmos, donde residió el cardenal Pacelli (luego, Pío XII) cuando participó en Buenos Aires del Congreso Eucaurístico. En esa oportunidad, Pacelli no quiso dormir en la paquetísima cama del cuarto que ocupaba; muy austero, prefirió que se le instalase un catre sencillo. 
Y así se hizo.

Una visita a dos ciudades del Adriático con un pasado en común.
por Tito Gastaldi 
para ArquiNoticias Patrimonio-Viajeros 

Sobre la costa Nororiental del mar Adriático en tierras que entre 1867 y 1919 formaron parte del Imperio Austrohúngaro se encuentran dos ciudades, distantes unos km entre sí, que hoy pertenecen a países distintos. 

Una está en Italia y es la capital de la región del Friuli – Venecia Julia: Trieste. 
La otra está en Croacia, en el extremo Sur de la península de Istria: Pula.

Trieste es una ciudad mediana que se aproxima al cuarto de millón de habitantes, en tanto Pula sólo tiene 60.000. 
Pese a la diferencia de escalas, ambas poseen atractivos turísticos de importancia y características comunes.

La menos italiana de las ciudades italianas, tal como lo repiten los triestinos, posee un clima soleado y agradable, especialmente cuando la Bora, un viento  
característico, mantiene límpido y azul el cielo que la hace brillar.
Enclavada entre los montes Carsos y el Adriático, la “perla” del Imperio 
Austrohúngaro presume de su arquitectura de diversos estilos, como sus palacios neoclásicos, y sus cafés. 
Recostada sobre el golfo homónimo, la ciudad abraza el mar y lo cuida, ya que ese mar le permitió llegar a ser lo que es. 
Durante el período imperial fue el único puerto del mismo; el comercio del café y los cristales de Bohemia se realizaban por aquí.
Los orígenes de la ciudad son muy remotos habiendo surgido como un 
asentamiento del reino de Iliria algunos siglos antes de Cristo. Tergeste, tal el nombre latino, pasó a ser parte del Imperio Romano y Julio César la nombró “colonia”. 
Augusto mandó construir sus murallas y Trajano el gran anfiteatro que aún conserva. 
                             Tergeste-Trieste vista de la ciudad año 1900
Desde fines del siglo XIV estuvo bajo la protección de Austria y luego del Imperio Austrohúngaro, hasta que finalizada la Primera Guerra Mundial fue anexada al territorio italiano. 
Después de la Segunda Guerra Mundial, el Consejo de Seguridad de la ONU reconoció a la ciudad y sus territorios circundantes – un área de 738 km2 pertenecientes a Italia y la ex república de Yugoslavia – como “estado libre” permaneciendo bajo ocupación militar por parte del mismo hasta 1954, cuando a través de un memorandum firmado en Londres, la ciudad fue entregada a Italia y parte de los
demás territorios a la ex Yugoslavia. 
Debido a ello aún persiste el Movimiento“Territorio Libre de Trieste” que pretende independizar esta área.
Trieste es una ciudad cosmopolita, que amalgama culturas. Su patrimonio es vasto y variado; conviven actividades, costumbres, religiones, estilos arquitectónicos, pudiendo encontrarse templos católicos, ortodoxos, evangélicos, sinagogas así como construcciones neoclásicas, liberty, barrocas intercaladas con antiguos edificios de raigambre romana. Lo mismo sucede con su gastronomía, en la que destacan el café y los helados.
En la ciudad existen “cafés históricos” en los que no solo se puede beber una buena taza de esta infusión sino también respirar el ambiente literario ya que varios  renombrados escritores hicieron de esta ciudad su lugar: el triestino Italo Svevo, Umberto Saba, James Joyce hasta el mismísimo Ernest Hemingway.


El más antiguo es el Caffé Tommaseo que abrió sus puertas en 1830. 

El Caffé San Marco, destruido casi por completo durante la Primera Guerra, fue reconstruido en la década siguiente tal como era y así se mantiene. 




El Antico Caffé Torinese, surgido inmediatamente en la primera Posguerra, es una verdadera obra de arte realizada por un ebanista con mostrador “Liberty” y luminarias ad hoc. 




El Caffé degli Specchi frente a la Plaza Unità d´Italia y el Caffé Stella Polare, que durante la Segunda Guerra fue convertido en una pista de baile, ameritan una visita. 
Y así podríamos seguir enumerando otros pues ellos se han convertido en “templos” para los lugareños, apasionados del café. 

Los helados, tal como se mencionó, son otra de las pasiones; ver colas frente a las heladerías más tradicionales como la Gelateria Udevella suele ser habitual.
Otro de los cafés emblemáticos es el Rossini, sumamente concurrido debido a su ubicación frente al Gran Canal, una prolongación del puerto que se adentra en la ciudad y tiene como telón de fondo la gran fachada neoclásica de la Iglesia de San Antonio. 

A ambos lados del canal, sobre el que se estacionan diversas embarcaciones, se ven palacios que se reflejan en sus aguas.

Dos puentes lo cruzan: el Verde y el Rosso, encontrándose sobre este último una estatua de James Joyce. 
Asimismo, otras cafeterías también situadas aquí aportan el bullicio, la música haciendo que este sea
un lugar muy concurrido, en especial en las tardecitas cuando los italianos y visitantes disfrutan de la “dolce vita” bebiendo un típico “spuntino”, destacándose el famoso Spritz.
A unas pocas cuadras del canal está la Plaza Unità d´Italia, con uno de sus lados abiertos hacia el mar, tal como sucede con la Plaza San Marco en Venecia. 
En el lado paralelo al mar y como cierre de la plaza se sitúa el Palacio Comunal con su torre
central. 
Los lados transversales albergan otros palacios igualmente relevantes: el Palacio Pitteri (sede del Gobierno Regional), el Palacio Stratti con el Caffé degli Specchi, y el antiguo palacio de la Lugartenencia Austríaca (hoy sede de la Prefectura) con su maravillosa fachada de piedra blanca y mosaicos de cristal de Murano. 
En la plaza destaca la Fuente de los Cuatro Continentes.
Dominando el centro histórico a muy corta distancia de la Plaza que se acaba de mencionar se halla la Catedral de San Justo, una construcción que es una conjunción de la antigua iglesia románica del santo a la que se le adosó la iglesia de la Asunción con torre y rosetón gótico. 
La catedral se emplaza en la colina homónima y en ella también hay un castillo medieval de igual nombre.
Los dos monumentos más destacados de la época romana que conserva la ciudad son el Arco de Ricardo (siglo I a.C.) y el Teatro romano (siglo I a.C. a II d.C.), el cual sigue siendo utilizado para espectáculos durante el período estival, similar a lo que ocurre con la Arena de Verona.
La diversidad religiosa de la ciudad queda de manifiesto en el área del Canal Grande, donde conviven muy cercanamente la iglesia de San Antonio, la Basílica de San Silvestre, la Sinagoga y la iglesia ortodoxa serbia de la Santísima Trinidad,

Evidenciando la mezcla tanto cultural como religiosa de esta atrapante ciudad que ofrece muchos otros atractivos tales como el Faro de la Victoria, erigido en homenaje a los caídos en la Primera Guerra Mundial.

Unos pocos kilómetros al Norte de este faro se ubica el castillo de Miramare, que fue residencia de los Habsburgo; lo hizo construir el archiduque Maximiliano que nunca llegó a habitarlo debido a su partida a México para convertirse en emperador del país americano. 
El castillo se encuentra en el borde de un promontorio y parece suspendido sobre el mar.

En esta ciudad de convivencia de culturas, multifacética, también encontramos un patrimonio, que puede no resultar agradable pero que resulta apropiado mantener a fin de tener siempre presente el no volver a repetirlo. 
Hago alusión a la Risiera di San Sabba, el único campo de concentración nazi en territorio italiano, que poseía un horno crematorio que fue dinamitado por los mismos alemanes antes de su rendición.
Los montes Carsos que enmarcan la ciudad por el Este poseen muchas grutas, cuyo número se estiman en unos miles. 
A 15 kilómetros de Trieste se encuentra una enorme gruta de casi 300 metros de largo por más de 100 de altura, que recibe el nombre de Gruta Gigante, siendo la más grande del mundo según el libro Guinness de los récords.
Con el inconfundible olor a café que se huele a cada paso y los sabrosos helados, decimos adiós a esta fascinante ciudad para dirigirnos a conocer otra ciudad cercana en territorio croata.

Pula o Pola, según el idioma en que se la nombre, está a unos 160 kilómetros al Sur de Trieste, en el extremo Sur de la península de Istria. 
Es un asentamiento muy antiguo ya que existen indicios de ella desde el siglo X a. C. cuando los griegos se habrían establecido allí. 
En el siglo II a. C, Roma invadió la península y la ciudad comenzó a crecer y obtener importancia que aún perdura a través del legado patrimonial que se observa en la ciudad.


Desde la caída del Imperio Romano en el 476 d.C. la ciudad sufrió conquistas y reconquistas, estuvo sujeta al Imperio Bizantino, al de Carlomagno, a la República de Venecia, al Imperio Napoleónico, al Imperio Austrohúngaro, a la Italia fascista, la ex Yugoslavia y desde 1991 es parte de la República de Croacia, sin olvidar que integró el Territorio Libre de Trieste conjuntamente con esa ciudad, hoy italiana.
Sin dudas, el principal patrimonio de la ciudad – que se ubica fuera de las antiguas murallas – es de origen romano: el Anfiteatro de Pula, cuya construcción se inició contemporáneamente con el Coliseo pero finalizó después. 
Con 132 metros de eje mayor de la elipse, 32 metros de altura y capacidad para aproximadamente 23.000 personas, es el 6º del mundo por su tamaño. 
Fue construido con piedra caliza local y se lo siguió utilizando luego de la caída de Roma, en especial en la Edad Media, para torneos y ferias. 
Actualmente se lleva a cabo allí el Festival de Verano con diversas actividades, tales como representaciones operísticas, conciertos y hasta festivales ecuestres. 
En tanto, los viejos pasadizos subterráneos que utilizaban los gladiadores son ahora espacios de exposición de los principales productos de la región: la vitivinicultura y el olivo.
La Vía Flavia era el camino que comunicaba la Arena con el centro de la ciudad donde se ubicaba el Forum – hoy la plaza principal –, en el que se conservan el Templo de Augusto

y el Palacio Comunal.
En tiempos del Emperador Augusto (2 a.C.- 14 d. C.) se construyen dos templos gemelos en esta ciudad; sólo uno de ellos ha sobrevivido hasta hoy, el llamado Templo de Augusto. 
A lo largo del tiempo fue cambiando su uso: iglesia, granero, museo hasta que durante la 2ª Guerra Mundial fue destruido por bombardeos. Sin embargo, una vez
finalizada fue reconstruido y, nuevamente, utilizado como museo.
El Palacio Comunal fue construido en el Forum sobre ruinas existentes dando
como resultado un edificio con superposición de estilos desde el románico al
Renacimiento, apreciándose otros agregados posteriores de carácter barroco. Fue
sede del duque de Venecia durante el período de dominación de esta República. En la actualidad continúa siendo la sede del gobierno local.
Del período romano es también el Arco de Triunfo de los Sergios, que se
orientaba hacia la Puerta Aúrea ya que su arco estaba adornado con decoración
dorada hasta que en el siglo XIX, debido a la ampliación de la ciudad, la puerta y sus murallas contiguas fueron demolidas, permaneciendo sólo el Arco. En tanto la Puerta de Hércules se ubica en lo que fue otro de los accesos a la ciudad amurallada. 
En el arco de la misma se observa, apenas reconocible, una imagen de Hércules y cerca de ella una inscripción en la aún se pueden leer los nombres de 2 funcionarios romanos quienes habrían creado la colonia romana por encargo del Senado (c. 45 a.C.)
En la ciudad existieron, asimismo, 2 teatros romanos: el Pequeño y el Grande.


Éste se encontraba fuera de la ciudad, sobre el Monte Zaro y se ha perdido. 
El Pequeño se ubicaba en la colina central de la ciudad donde se hallan sus restos,
parcialmente reconstruidos. Debajo de él está el Museo Arqueológico de Istria que fue el gimnasio real alemán. 




Varios objetos arqueológicos que se exponen habían sido llevados a Italia luego de la 2ª Guerra pero se logró recuperarlos y ser expuestos aquí.

El otro museo importante es el Museo Histórico de Istria que se aloja en el
Castillo erigido sobre la colina más alta de Pula de tan solo 33 metros de altura. Tiene forma de estrella con 4 bastiones y fue erigido por los venecianos para proteger a la ciudad en el siglo XVII. Por ello, posee cañones y torres de vigilancia. 


Debajo de esta colina encontramos una antigua red de túneles, Zerostrasse, que durante las 2 Guerras Mundiales sirvieron de bunkers para protegerse de los bombardeos.
Sobre la antigua Vía Flavia, hoy la calle principal, está la Catedral de la Asunción
que se construyó sobre las antiguas catacumbas y a partir del siglo V comienza a
adquirir su forma actual, primeramente como basílica paleocristiana a la que se le
continúan adosando diversos elementos como su fachada renacentista del siglo XVI y el campanario del XVII.

La Capilla de Santa María Formosa es un excelente exponente de arquitectura
paleocristiana con mosaicos que formaba parte, junto a otra capilla, de una abadía
benedictina que fue demolida en el siglo XVI.
La Iglesia y Monasterio de San Francisco datan del siglo XIV poseyendo
características del románico tardío y algunos elementos góticos.



Otra Iglesia también sigue el modelo paleocristiano de Rávena, la Iglesia
Ortodoxa de San Nicolás perteneciente a la iglesia ortodoxa serbia, aunque, antes lo fue de la comunidad ortodoxa griega.






En las cercanías de Pula hallamos el pueblo de pescadores Rovinj, muy visitado
por los turistas ya que su pasado veneciano se evidencia en cada una de sus
pequeñas y laberínticas calles con adoquines.
El Imperio Austrohúngaro dejó de manifiesto su presencia en las innumerables
fortalezas defensivas de forma circular que se diseminan por los alrededores de Pula.

Frente a la ciudad, en el Adriático, está el Parque Nacional de las Islas Brioni en
el que, además, de bosques de pinos y vegetación mediterránea, hay restos
arqueológicos. 
Y a corta distancia al Sur de la ciudad se arriba al Cabo Kamenjak, el punto más meridional de Istria.
Antes de despedirnos de esta atrapante ciudad es recomendable realizar una
cata de vinos pues Istria posee tradición vitivinícola de excelente calidad, y adquirir una corbata ya que este atuendo tuvo sus orígenes en este país. 

Según cuenta la tradición, los jinetes mercenarios croatas utilizaban, en el siglo XVII, un pañuelo de estas características que los franceses copiaron transformándolo en una prenda de estilo del vestir masculino.

fuentes consultadas








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